Bruno el poeta. Conversaciones nocturnas con mi gato.
- Nicolas Kouzouyan
- 23 mar
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 6 abr

Y si, las siete de la tarde no es la mejor hora para escribir si te levantas a las 430am y los gatos te levantaron antes a la 134am y a las 323am. Las dos veces para comer. No es que no coman bien, es que no pueden parar de hacerlo. Tengo dos, la gata es la mas chica y traga como si fuera la ultima vez. La rescataron de un casa abandonada, donde tenía que pelear con siete hermanos más grandes que ella para comer cuando la persona que la rescató les llevaba croquetas. Llegó desnutrida y con una infección en los ojos. La infección se la curó la rescatista, la desnutrición nos tocó a nosotros. Ahora come extremadamente bien, no tiene más parásitos y los ojos le brillan de sanos. Ahora, cuando tiene que esperar tres minutos de más a que le de la comida, me grita, me ordena, me dice que me apure, que se muere, que tiene un agujero en la panza que apenas puede soportar. Chilla como si le estuviera cortando una pata, no me deja en paz, insiste hasta que me harta y voy a darle su comida. No es eso lo que dicen los padres sobre los bebes? Que les reconocen el llanto cuando es de hambre o porque se hizo o está asustado. Acá es lo mismo, la gata tiene un tono para cada cosa. Y lo mejor es que se los reconozco! Igual es el gato el que más habla. Literal: habla, me habla, me mira a la cara y empieza. Tenemos conversaciones, por Dios. Hablamos de su tema de no querer tomar agua si no le doy en un cucharon; de su tema con las croquetas, que pasada determinada cantidad le tengo que dar una por una para que coma; de sus sustos, de sus nervios, de su estado psicológico, que a veces me preocupa mucho. Por suerte escribe, y puede sacar todo eso por ahí. Me salió poeta, y está en esa época que le gusta Borges y se está interesando por Hamsun (la madre le pasó ese gusto). Es un gato serio y tranquilo por lo general, algo depresivo a veces, por eso dos por tres lo estoy arengando para que cambie la cara de culo y le ponga un poco de onda a la vida: "a ver, Bruno!" le digo, "a ver, querido, de qué estás deprimido? Vivís en una casa enorme donde podés correr y saltar y hacer lo que quieras, siempre tenés comida de la mejor (sus croquetas son sin grasa después que tuviera problemas de riñón), dormís donde querés y nadie te dice nada, y arriba de todo, cada vez que te frustras porque no te damos lata o porque nadie te acerca el cucharon con agua o porque no te sale una poesía (sin contar las veces que te enojás porque sí, porque la Michu es feliz y vos un amargado), vas y revolcás a tu hermana para sacarte la bronca; tu hermana, que es más chica y lo único que quiere hacer es comer y jugar!" Todo eso le digo. Él me mira cuando empiezo con "el discurso", como le dice a mi monólogo, no cambia facciones, no mueve un músculo de la cara. Solo me mira, no dice nada, y cuando termino se gira y se va caminando lento y con la cabeza en alto hasta la ventana, donde está la luna esperándolo, para susurrarle frases, que él anota enseguida en su libretita.
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